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Cuando nos acercamos a algo nuevo, a menudo simplemente tratamos de captar la idea general. A medida que profundizamos nuestro conocimiento, nos vamos enfocando cada vez más hacia los detalles y las sutilezas. Sin embargo, puede suceder que la profundización de nuestro enfoque contribuya a perder contacto con una perspectiva más amplia. Por ejemplo, cuando empezamos a practicar posturas de yoga, es difícil para la mayoría de nosotros, entender las instrucciones detalladas que recibimos. En algunos casos sentimos que a duras penas somos capaces de permanecer en la postura sin contener la respiración, y realmente parece imposible tratar de rotar internamente esto o aquello mientras estiramos la piel a lo largo de la planta del pie sin perder el tono del arco interno del pie. A medida que practicamos con mayor regularidad, es posible sumergirnos mas a fondo en los pequeños detalles de la postura y es posible también que olvidemos tener una actitud de desapego y una mirada suave.
Al observar a la gente a mi alrededor, me doy cuenta de una tendencia aparentemente general en el lugar donde vivo, donde muchas personas, a pesar de disfrutar de muchas comodidades, como tener la posibilidad de elegir qué comer y un espacio cálido para protegerse de la lluvia y el frío, parecen tener dificultades para mantener una sonrisa suave en sus rostros. Siento que para muchos de nosotros, nuestras obligaciones diarias y nuestras obligaciones de trabajo a menudo consumen una gran cantidad de enrgía y se convierten en una fuente de tensión y el estrés.
Como seres humanos es normal desarrollar patrones en nuestras formas de movernos, respirar, sentir y pensar. Tenemos la suerte de poder utilizar algunos de estos patrones para estar alerta y responder al estrés de situaciones desafiantes y difíciles y así ayudarnos a enfocarnos en nuestra prioridad, sobrevivir. Por supuesto, ya que el cuerpo tiene una cantidad de energía limitada, tiene que ser inteligente en su asignación de recursos. Así que, cuando nos sentimos amenazados, los sistemas no esenciales toman en una prioridad baja. Por ejemplo, el descanso, la restauración, el mantenimiento y la digestión se posponen hasta un momento más propicio. Claro que si ese momento más propicio no llega, aquella capacidad de estar alerta y reaccionar, puede agotar nuestra energía llevándonos al desequilibrio.
Una de las peticiones más comunes que escucho en las clases de yoga es una solicitud de prácticas conducentes a la relajación. Sé que la relajación profunda es una recompensa necesaria y merecida para contrarrestar nuestras circunstancias actuales y acercarnos al equilibrio. Sin embargo, no es de extrañar que nuestra tendencia a hacer demasiado, esté tan arraigada, que se expresa inconscientemente en nuestra práctica de yoga. Por supuesto, yo entiendo lo bien que se puede sentir cuando hacemos que nuestra práctica sea intensa al explorar los límites de lo que podemos hacer. Sin embargo, no es raro que las personas que se sienten sobrecargadas de trabajo, estresadas y sin dormir demasiado, traigan estas mismas tendencias a la práctica de yoga, empujandose a sí mismas a crear más tensión y estrés. A veces esta intensidad puede ser el resultado de estar demasiado enfocado en los detalles de la práctica y por tanto olvidando que el equilibrio es un aspecto fundamental del yoga.
Podría decirse que uno de los conceptos esenciales de la filosofía del yoga es el discernimiento (en sánscrito: viveka). El discernimiento es la capacidad de ver, sentir y percibir cada vez con mayor claridad la distinción entre lo que es útil y lo que no es útil, lo que podemos y no podemos hacer, lo que es demasiado y lo que es muy poco. Una sugerencia que puede ser útil es hacer de nuestra práctica una danza suave y divertida para ayudarnos a explorar haciendo más y luego haciendo menos, y así ayudarnos a refinar nuestra capacidad de modular la intensidad de baja a alta. De esta manera, podemos concentrar nuestra mente más en nuestra práctica y crecer en nuestra capacidad de percibir, con claridad y atención, los efectos de cada elección deliberada que hacemos. En consecuencia, nos iremos dando cuenta que nuestra práctica también está ayudando a perfeccionar las habilidades para notar los efectos de nuestro nivel de intensidad al trabajar, vivir nuestra vida y hacer todo lo que hacemos.
En breve, sugiero que nos preguntemos más a menudo:
- ¿estoy haciendo mucho o demasiado?
- ¿puedo hacer sin forzar?
- ¿sería útil hacer menos?
- ¿es posible saborear este momento?
- ¿puedo estar relajado y alerta?
A menudo nos preguntamos, ¿cómo sé si estoy tratando demasiado duro o no lo suficiente?
Yo sugeriría que encontramos estas respuestas mediante la observación de nuestra mente, sintiendo las emociones en nuestro corazón y detectando el estado general de nuestro cuerpo. Si tu mente está más abierta, centrada y clara, si tu cuerpo se siente relajado, fuerte y en capacidad de hacer lo que tiene que hacer, y si tu corazón siente más gratitud y más amor, probablemente vas por el camino correcto.
Recibe mi más sincero deseo por una salud vibrante, una mente tranquila y un corazón lleno de amor,
Namaste
rubén
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