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¿Puedo escoger ser feliz?
Ya hemos explorado antes la idea de que podemos elegir una meta global para nuestras vidas: Utilizar nuestra consciencia para mejorar la calidad de nuestra participación en la vida expresando nuestra singularidad con amabilidad y compasión hacia nosotros mismos, hacia las personas que nos rodean y hacia todo lo que existe.
Una de las razones para elegir una meta vital tan amplia es que incluye todos los aspectos de nuestra vida y, al mismo tiempo, nos ofrece formas de evaluar si estamos logrando cumplirla. Hay una suposición implícita en esta meta: satisfacer nuestra necesidad fundamental de expresar nuestra originalidad y conectar significativamente personificando la bondad y la compasión es deseable y agradable.
Cuando contemplamos esta meta global para nuestras vidas, puede resultar obvio que la expresión más sencilla de tal meta es que nuestras tendencias naturales nos guían hacia el reconocimiento de que existe una clara distinción entre nuestras experiencias y la consciencia que es testigo de las experiencias que estamos teniendo a través del vehículo de nuestro cuerpo-sentidos-mente. Nuestro cuerpo, mente y sentidos pueden parecer a veces desconectados, pero siempre están plenamente integrados. Experimentamos el mundo en su constante devenir a través de este sistema (cuerpo-sentidos-mente) y también aprendemos que este sistema requiere mantenimiento porque él mismo está en un proceso constante de cambio. Sin embargo, nuestra consciencia, cuando no está enturbiada por nuestro constante parloteo interior, parece ser naturalmente espaciosa, sin prejuicios, compasiva y amable. De hecho, todas las emociones prosociales que sentimos, como la amistad, la gratitud, la generosidad, nuestra voluntad de servicio y el amor, son aspectos de la experiencia encarnada de la consciencia. Satisfacer nuestras necesidades fundamentales y seguir nuestras dos tendencias naturales nos llevan a sentir felicidad, satisfacción y agradecimiento.
Dependiendo de cómo respondamos a la pregunta esencial “¿Es el mundo un lugar de cooperación o de competencia hostil?”, podemos tener una serie de perspectivas diferentes que influyen en nuestras percepciones, decisiones, acciones e interacciones. Una perspectiva nos hace percibir que el mundo conspira constantemente para hacernos infelices y que todo y todos intentan hacernos fracasar. Si esta es nuestra perspectiva, es más probable que nos centremos en lo que no funciona o en lo que es insatisfactorio en muchas situaciones. ¿Podría esto, a su vez, hacernos gravitar hacia la negatividad? Si es así, no sería de extrañar que nos escucháramos a nosotros mismos generando un montón de quejas en cada lugar al que vayamos. Incluso puede parecer que todo lo que nos rodea conspira para hacernos infelices. Creer que el mundo es hostil, desafiante y difícil, crea predisposiciones que influyen en nuestra percepción, intenciones, acciones e interacciones.
Al reflexionar sobre estas ideas, es importante aclarar que no estamos diciendo que no debemos discernir. Hay una diferencia entre discernir y quejarse. Quejarse parece ser una reacción a los acontecimientos del mundo que no van de acuerdo con nuestras predicciones o expectativas. Por lo general, la queja se centra en la identidad que he creado y en las historias que me he inventado para respaldar esa identidad. En otras palabras, quejarme es decir que el mundo no se comporta como yo quiero. Esto está relacionado con el sufrimiento, como mencionó Patañjali en el sutra 2.15. Afortunadamente para nosotros, Patañjali también explicó, en el sutra 2.17, cuál es la causa del sufrimiento y aún mejor; Patañjali nos dijo que el sufrimiento futuro puede evitarse en el sutra 2.16. Querer que el mundo complazca nuestros deseos, opiniones y creencias cambiantes garantiza que nunca seremos felices. La primera perspectiva, el mundo es conflicto, da lugar a que desconfiemos y estemos constantemente a la defensiva, lo cual es agotador, y nos mantiene en un estado de ansiedad constante. La segunda perspectiva, el mundo es un lugar de cooperación y conexión, nos ofrece la posibilidad de que el mundo nos da constantemente retroalimentación destinada a expandir nuestra consciencia y comprensión. Esto indica que, en lugar de creer que ya sabemos todo lo que hay que saber, podemos sentir curiosidad por explorar con inteligencia las posibilidades que tenemos ante nosotros en la configuración única de acontecimientos y circunstancias que conforman el momento en el que nos encontramos. Volviendo a la distinción entre discernimiento y queja, estar en un momento nuevo con una consciencia clara puede mostrarme las deficiencias de mi comprensión actual. También puede indicarme que algo que está sucediendo podría hacerse de mejor manera. En ese caso, tengo el derecho y la responsabilidad de decir o hacer algo para crear una situación más edificante.
Mientras que creer que el mundo está constantemente en mi contra crea las condiciones para mi infelicidad, a la vez que me da la impresión de que estoy indefenso y sin esperanzas, pensar que el mundo es la manifestación de la consciencia en todo lo que existe y que la consciencia está en constante proceso de expansión, me invita a darme cuenta de que tengo opciones para participar y también de que puedo, a través de mi presencia, contribuir a mejorar la calidad de la consciencia dondequiera que yo esté. Esto nos plantea una pregunta empírica: ¿ser más consciente crea una mayor sensación de plenitud, interconexión y felicidad?
Podemos explorar esta pregunta notando,
- ¿Cuál es mi perspectiva del mundo? ¿Y cómo influye en mis maneras de percibir y de participar en el mundo?
- Cuando sigo mi tendencia natural a hacer lo que me hace sentirme mejor y a alejarme de lo que me causa dolor, ¿aumenta mi consciencia?
- ¿Intento manipular el mundo para que se ajuste a mis expectativas? ¿Esto me hace feliz o infeliz?
- Cuando me quejo, ¿estoy expresando una respuesta bien pensada a una situación concreta? ¿es mi queja la expresión de mi insatisfacción cuando la realidad no cumple mis predicciones o expectativas? En cualquiera de los dos casos, ¿para qué sirve mi queja? En otras palabras, ¿cómo contribuye lo que digo o hago a mejorar la situación en la que estoy?
- ¿Es posible que la amistad, la gratitud, la generosidad, la voluntad de servir y el amor sean aspectos de la experiencia personificada de la conciencia?
- ¿Puedo escoger ser feliz?
Si prefieres escuchar el podcast:
Este es un fragmento del libro Desenreda el hilo: Cómo poner en práctica la antigua sabiduría del yoga para vivir una vida feliz
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