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mayo 1, 2023¿Qué sé yo?
¿Qué sé yo?
Una vez que decidimos que es importante estar presentes en nuestras vidas, podemos hacer que nuestras acciones sean conscientes y deliberadas. Como resultado, notamos cuán a menudo nuestra intención de hacer que nuestras acciones sean conscientes se oscurece o descarrila por algunos de los hábitos que hemos estado cultivando. Vale la pena examinar los hábitos que hemos estado cultivando, a sabiendas y sin saberlo. Patanjali enumera cinco categorías de estas maneras de ser (citta vritti) en el Yoga Sutra 1.5, incluyendo conocimiento, desinformación, imaginación, recuerdos y sueños. Estas maneras de ser pueden o no causar sufrimiento dependiendo de cómo nuestras maneras de ser están coloreadas por las cinco aflicciones enumeradas en el sutra 2.3. En resumen, lo que sabemos está influenciado por percibir correcta o incorrectamente la verdadera naturaleza de las cosas (avidya 2.4 y 2.5), quiénes creemos que somos (asmita 2.6), lo qué deseamos (raga 2.7), lo qué evitamos (dvesha 2.8), y el aferrarnos a la vida en forma de apego a la identidad temporal con la que nos hemos identificado (abhinivesha 2.9).
Comencemos preguntando, ¿qué sé yo? Esta simple pregunta ofrece un gran potencial para la contemplación profunda. En el sutra 1.7 Patanjali nos da más detalles sobre el conocimiento (pramana: percepción correcta), indicando que el conocimiento puede ser el resultado de nuestra experiencia directa, nuestras inferencias o el testimonio de una fuente confiable. La pregunta fundamental en esta práctica es ¿Qué sé yo? Nos hacemos esta pregunta y luego seguimos con, ¿cómo sé lo que sé? Podemos usar la sugerencia de Patanjali aclarando aún más nuestra pregunta considerando, ¿es lo que sé el resultado de mi experiencia directa? Incluso cuando lo que creo que sé es el resultado de nuestra experiencia directa, será útil considerar cómo nuestro conocimiento puede estar teñido por una de las cinco aflicciones. ¿Está sesgado lo que sé por quién creo que soy (asmita)? Tal vez, estoy tan involucrado en mis propias creencias e historias que mis puntos de vista pueden estar sesgados, pero no sé si lo están. ¿Está influenciado lo que sé por lo que me gusta (raga)? ¿O está influenciado lo que creo saber por lo que no me gusta y evito?
Si no he experimentado lo que digo saber, ¿es mi conocimiento el resultado de una inferencia rigurosa? ¿Cómo he llegado a mi inferencia? ¿Cómo puedo verificar que mi razonamiento es sólido y lógico? También podemos pasar esta investigación a través del filtro de las aflicciones (klesha) para averiguar si mi inferencia está sesgada por mi sentido de identidad, por mis gustos, por mis disgustos y por mi deseo de mantener viva mi identidad. Otra forma de pensar sobre esta última pregunta es prestando atención a cómo nuestro deseo de dejar un legado podría estar interfiriendo con nuestro razonamiento e inferencia.
En los casos en que no he experimentado algo directamente, y no puedo inferir si es verdad, podría confiar en una fuente confiable. Una vez más, en el proceso de identificar una fuente confiable, podría estar influenciado por quién creo que soy, qué me gusta, qué no me gusta y por mi sentido de autoimportancia. Idealmente, podría triangular las tres fuentes de conocimiento comparando mi experiencia directa, con mi razonamiento y con el testimonio de una autoridad confiable. Si los tres están de acuerdo, entonces es posible que lo que sé es verdadero conocimiento.
Hagamos una pausa por un momento y reconsideremos, ¿por qué querría establecer lo que sé? ¿Es posible que lo que creo saber esté profundamente influenciado por mi educación? Por ejemplo, considera cómo tus primeras experiencias al crecer han contribuido a crear lo que consideras necesario, lo que quieres y cómo reaccionas cuando obtienes o no obtienes lo que deseas. Ten en cuenta también que la orientación que recibiste durante ese proceso de desarrollo, o la falta de ella, probablemente ha influido en algunos conceptos básicos, como lo que consideras normal, natural, correcto, incorrecto y deseable.
¿Podría ser posible que tus experiencias con las personas y el entorno que te rodearon durante tu educación puedan influir en tu perspectiva sobre lo que consideras inteligente, capaz, hermoso, útil, importante, relevante, irrelevante y necesario? ¿Colorean esas experiencias tempranas lo que piensas, lo que crees que puedes hacer y lo que crees que no puedes hacer?
La cultura y las instituciones sociales que nos rodean también tienden a tener una fuerte influencia en lo que creemos que sabemos y lo que creemos que vale la pena saber. Todas estas ideas sobre lo que es el conocimiento y lo que vale la pena conocer pueden, en sí mismas, convertirse en obstáculos para nuestras acciones claras y efectivas. Entonces, puede ser útil dar un paso más y evaluar lo que creo que sé contra el sentido común. ¿Es lo que sé sentido común? ¿Va lo que sé en contra del sentido común? Usar el sentido común como parámetro para medir lo que sabes puede ser una forma de garantizar que tu conocimiento pueda ponerse en acción. Desde esta perspectiva podemos pensar que nuestras acciones y sus efectos confirman si lo que sabemos es verdadero conocimiento.
Recuerda que la palabra que Patanjali usó para el conocimiento correcto es pramana, que también se traduce como percepción correcta, medida correcta, y unidad. ¿Es posible que lo que sabes, cuando es verdad, te lleve a un sentido de unidad e integración?
Considera tomar algunas de las preguntas que exploramos hoy en tus reflexiones matutinas, aunque solo sea por un par de minutos. Tal vez con la intención de usar las preguntas como una guía para examinar lo que sabes y lo que crees que sabes durante el transcurso de tus actividades diarias.
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Este es un fragmento del libro Desenreda el hilo: Cómo poner en práctica la antigua sabiduría del yoga para vivir una vida feliz
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