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Sensibilidad y retroalimentación
Cuando pensamos en el yoga como una progresión orgánica hacia la expansión de la consciencia, nos damos cuenta de que, más que una filosofía o un estilo de vida, el yoga es un viaje de exploración y descubrimiento que dura toda la vida. En este contexto, la idea del Rango de Consciencia nos proporciona formas de dirigir nuestra exploración. En otras palabras, buscamos expandir nuestra sensibilidad con curiosidad para experimentar la riqueza de la vida y todo lo que puede enseñarnos, no sólo sobre las experiencias en sí mismas, sino, lo que es quizá más importante, sobre la naturaleza de la existencia y nuestro papel en ella, como indicó Patañjali en el Sutra 2.18 y en los sutras 3.13 y 3.14.
A medida que crecemos en consciencia, es más probable que reconozcamos nuestras tendencias, cuándo se manifiestan y cómo se manifiestan. Se trata de un proceso en el que primero tomamos consciencia de los efectos de nuestras tendencias, a menudo sin relacionar los efectos con la acción desencadenada por nuestra tendencia. Por ejemplo, nuestra tendencia puede ser subestimar el tiempo que tardaremos en ir de un sitio a otro. Entonces, de camino a una cita, nos sentimos frustrados por la lentitud del tráfico o por el camión de reparto que nos bloquea el paso, lo que hace que conduzcamos de forma agresiva o adoptemos una actitud beligerante. Si llegamos tarde a nuestra cita, podemos culpar al tráfico o a otros conductores de nuestra tardanza, sin tener en cuenta que puede haber sido el resultado de nuestra tendencia a subestimar el tiempo que nos toma ir de un lugar a otro lo que hace que no calculemos adecuadamente el tiempo suficiente para llegar a nuestro destino.
Poco a poco, a medida que expandimos nuestra consciencia, podemos darnos cuenta de la conexión entre las situaciones en las que nos encontramos y nuestras tendencias personales. En nuestro ejemplo, cuando empezamos a sentir irritación o frustración de camino a la reunión, puede resultar evidente que algunas de nuestras acciones y decisiones tienen un impacto directo en nuestra impuntualidad. En otras palabras, al llegar tarde a otra cita, podemos comprender que nuestro patrón de llegar tarde no sólo está influido por el volumen de tráfico y el comportamiento de otros conductores. Así, nuestra consciencia crea una apertura para comprender que hay otras opciones a nuestro alcance, como salir con tiempo “extra”, para asegurarnos de llegar a tiempo, mostrando así respeto por el tiempo de la otra persona y sus compromisos. También podemos darnos cuenta de que estas otras opciones también pueden ayudarnos a evitar el estrés y el enfado derivados de andar de afán.
Tomar consciencia de las pautas de nuestras experiencias puede llevarnos a darnos tiempo suficiente para llegar a nuestras reuniones sin sentirnos estresados, frustrados o molestos por el comportamiento de los demás. De este modo, nuestra consciencia nos ayuda a desarrollar tendencias nuevas y más útiles. Como resultado, podemos sentirnos más capaces, sabiendo que estamos tomando decisiones conscientes para llegar a tiempo y no sentirnos apresurados. También podemos darnos cuenta de que la retroalimentación positiva de llegar a tiempo refuerza el patrón útil, lo que a la larga disminuye el patrón inútil. Se convierte en un proceso orgánico en el que no tenemos que invertir demasiado tiempo ni energía, siempre y cuando seamos conscientes y tengamos paciencia con la parte de nosotros mismos que se aferra a algunas de estas tendencias inútiles.
Esta consciencia de nuestras tendencias personales nos capacita para tomar decisiones inteligentes que nos llevan a actuar conscientemente, sin perder tiempo ni energía en procrastinar y frustrarnos, y con la sensación de que estamos participando proactivamente en nuestras vidas, ayudando a crear más armonía y apoyando acciones que afirman la vida.
Nuestra sensibilidad no es fija ni estática, sino que varía a lo largo de un espectro. Recordemos que nuestra práctica de yoga es un proceso de exploración de nuestro propio Rango de Consciencia y Sensibilidad naturales. Como con cualquier otra cosa, a medida que cultivamos nuestra sensibilidad, aumenta nuestra capacidad de percibir mayores niveles de sutileza. Uno de los resultados típicos de nuestra práctica es darnos cuenta de cosas que antes no percibíamos. Por ejemplo, cuanto más consistente se vuelve nuestra práctica de meditación, más notamos cuando, después de meditar y al participar en nuestro día, nos encontramos bastante impacientes o con irritación. A veces esto nos lleva a preguntarnos: “¿Por qué medito más y me frustro más?” Incluso podemos caer en la tentación de pensar que estamos meditando incorrectamente o que nuestra meditación es contraproducente. Lo que nos ocurre a muchos es que, al agudizar nuestra atención durante la meditación, nos resulta más fácil darnos cuenta de más cosas con mayor claridad. Es posible que, en lugar de sentirnos más frustrados o impacientes, lo que está sucediendo es que somos más conscientes de la frecuencia con la que sentimos irritación e impaciencia a lo largo del día. Entonces, darnos cuenta de nuestra irritabilidad o impaciencia no es señal de que la meditación no esté funcionando.
Al contrario, cada vez somos más conscientes. En otras palabras, nuestra meditación está funcionando, nos estamos dando cuenta con más claridad y con un mayor nivel de sensibilidad. La sensibilidad consiste en registrar la retroalimentación que resulta de nuestras acciones e interacciones. El malestar que experimentamos puede entenderse como tapas, sintiendo el calor o la fricción causada por algunas de nuestras actitudes, comportamientos y creencias. Nuestra sensibilidad nos alerta sobre posibles opciones para ajustar nuestras creencias, actitudes y comportamientos.
Un ejemplo que viene a la mente es que algunos de nosotros solemos tender al exceso en ciertas actividades, como comer. Cuando comemos algo que nos gusta, puede que nuestro cuerpo nos dé una señal muy sutil sugiriéndonos un buen momento para parar de comer. Aunque el mensaje es sutil, está bastante claro que estamos llegando a nuestro punto de saciedad. Sin embargo, casi inmediatamente después de percibir este mensaje, algunos de nosotros empezamos a notar un proceso interno de negociación que tiene lugar en nuestra mente. Algo parecido a “pero hay otro plato que me encanta y que aún no he probado”. O “Un momento, ¡todavía queda el postre!”. Una parte de nosotros a veces intenta inventar razones ingeniosas para anular la retroalimentación de saciedad que recibimos. Podemos pensar: “Bueno, ha sido una semana dura con mucho trabajo, ¡sin duda me merezco darme gusto!”. O “Me he comportado tan bien esta semana, que está bien que me desmande un poco”. O tal vez sea algo como: “Recuerda, hay otro estómago para el postre”. Podemos descubrir que nuestra capacidad de inventar excusas es muy amplia. Lo bonito es comprender que el mensaje que recibimos siempre nos beneficia y nunca contradice el puro sentido común. Tampoco nos prohíbe ignorarlo. Somos libres de tomar las decisiones que queramos y, por supuesto, experimentaremos los efectos de nuestras decisiones.
Cuando prestamos atención a este proceso, somos testigos de un conflicto interno que emerge como fricción entre el sentido común y nuestras maneras de ser. Esta es la base de nuestra práctica de yoga. Así es exactamente como aprendemos a modular nuestras maneras de ser. Es un proceso muy lógico. Si prestamos atención, nos damos cuenta de la retroalimentación que resulta de nuestras acciones. Esta retroalimentación ofrece sugerencias que somos libres de seguir o ignorar. Con el tiempo, nos damos cuenta de que ignorar la retroalimentación suele generar irritación, frustración y dolor. Tomar consciencia de cómo se desarrolla este proceso en nuestras actividades diarias nos ayuda a darnos cuenta más fácilmente de nuestras tendencias y de su utilidad o inutilidad. Con el tiempo, podemos darnos cuenta de que cada vez que escuchamos a nuestra consciencia y sensibilidad, nos alegramos de haberlo hecho, y cada vez que ignoramos la retroalimentación, acabamos pensando: “Sabía que no era una buena idea”. ¿Cuántas veces tenemos que pasar por este proceso para comprender que nuestra sensibilidad y nuestra consciencia son más fiables que nuestras tendencias?
Si la distinción entre la información del sentido común y nuestras preferencias no está clara, siempre podemos hacer una pausa y sentir. Puede que descubramos que nuestra mente está atrapada en los borrosos límites entre lo que creemos que necesitamos y lo que queremos. Si pensamos en cómo están estructuradas actualmente las economías de muchos países, quizá no sea difícil comprender que nuestras sociedades, al igual que los individuos, desarrollan tendencias. Por ejemplo, las economías basadas en el consumo a menudo tienden a crear confusión entre lo que necesitamos y lo que queremos. Tomar consciencia de nuestras tendencias sociales puede hacernos más fácil darnos cuenta cuando nos dicen que “realmente necesitamos” algo que en realidad no necesitamos. También podemos tomar consciencia de las campañas de mercadeo que nos dicen: “Te mereces esto…”. “Tú quieres eso…”.
¿Estás notando cambios en tu sensibilidad? ¿Juegas a alguno de estos juegos internos para anular la retroalimentación de sentido común que recibes? ¿En qué confías más, en el ciclo de retroalimentación de la sensibilidad o en tus tendencias internas? ¿Qué ocurre cuando sigues tu sensibilidad? ¿Qué ocurre cuando sigues tus tendencias? ¿Reconoces alguna de estas tendencias en ti? ¿Reconoces alguna de estas tendencias en la sociedad en la que vives?
Si prefieres escuchar el podcast:
Este es un fragmento del libro Desenreda el hilo: Cómo poner en práctica la antigua sabiduría del yoga para vivir una vida feliz
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